En cierto modo, podríamos decir que el cultivo de cereales supone la base de la agricultura. El origen de la palabra “cereal” se remonta a las fiestas que se celebraban en la Antigua Roma en honor a Ceres, la diosa de la agricultura.
Las múltiples variedades de este tipo de planta hacen que encontremos cultivos de cereales por todo el mundo, sea cual sea el clima o las condiciones del terreno. Prácticamente no hay un rincón del Planeta donde no se puedan plantar cereales.
En España, como en muchos otros países, los cereales son el cultivo más importante. Dentro del sector agrícola, con unos 6 millones de hectáreas que se reparten por todo el territorio, el cultivo de cereales es el que cuenta con mayor base territorial; ocupa casi la mitad de la superficie agrícola utilizada. Nuestro país es el quinto mayor productor de cereales de la Unión Europea, que aporta (según datos de la FAO de 2016) unos 307’6 millones de toneladas de los 2.521 que se producen en el mundo.
Con diferencia, el cereal más popular en el mundo, con una producción de 1.160 millones de toneladas en 2022, es el maíz. El trigo y el arroz ocupan la segunda y tercera posición en cuanto a popularidad, pero lo cierto es que existen más de 5.000 especies distintas de cereales: desde el centeno -propio de zonas frías- hasta el sorgo -que se cultiva sobre todo en África-, pasando por cereales de climas templados como la cebada o la avena.
La parte del cereal a la que se le da más valor es el grano, ya que se destina principalmente a la alimentación humana y animal, constituyendo una parte fundamental de nuestra dieta. Pero el grano también puede destinarse a otros usos, como la fabricación de bioetanol, y además se aprovechan otras partes de la planta, como la paja, que se utiliza como cubierta vegetal para otros cultivos o como material para biomasa.
Características del cultivo de cereales
Pese a la gran variedad de cereales que existen, estos comparten muchas características. El cereal es una planta herbácea monocotiledónea que tiene un ciclo vegetativo anual; tienen un tronco en forma de caña con una espiga o panoja que produce granos (que, en realidad, son semillas). El hecho de que se cultiven por su grano hace que, a veces, se confundan con especies que tienen una morfología similar pero que no son cereales; son los llamados “pseudocereales”, como la quinua.
El cultivo de cereales se realiza en función a un ciclo anual que depende de cada especie. Atendiendo a su ciclo natural (hoy en día, gracias a técnicas de cultivo avanzadas hay disponibilidad de prácticamente todo tipo de alimentos durante todo el año), existen dos grandes grupos: los cereales de invierno y los cereales de verano, según cuándo se siembren; por ese mismo motivo, a los cereales de verano, a veces, se les llaman “de primavera”, porque es cuando realmente se plantan.
Los cereales de invierno son los que se siembran, en nuestras latitudes, entre los meses de octubre y febrero. Aquí encontramos al trigo, la cebada, la avena o el centeno. Son cereales que tienen un crecimiento lento durante los primeros meses y acaban floreciendo en primavera, para ser recolectados casi en verano.
Los cereales de verano, como el maíz, el arroz o el sorgo, se siembran cuando llega el calor y crecen mucho más rápido; de hecho, normalmente se recolectan ya a finales de verano.
Por lo general, los cereales de invierno tienen un rendimiento más alto, aunque depende del tiempo que haga. Otra ventaja es que las condiciones para sembrar suelen ser mejores, pero también hay más riesgo de que sufran las heladas durante los primeros meses de crecimiento. En cuanto a los cultivos de verano, su mayor ventaja es que crecen rápido y que son menos propensos a sufrir el ataque de enfermedades como el oídio.
Qué debes tener en cuenta para cultivar cereales
El éxito en el cultivo de cereales viene marcado sobre todo por conocer qué necesita cada especie, ya que pueden llevar ciclos muy distintos. Aun así, en general, estos son algunos de los principales aspectos que debes tener en cuenta a la hora de cultivar cereales:
SUELO
Se trata de un aspecto fundamental. Antes que nada, hay que tener en cuenta que, para muchos cereales, son importantes no solo los periodos en los que el terreno está en uso, sino también los descansos.
Tanto si son cereales de invierno como de verano, el terreno de siembra debe estar en condiciones físicas y químicas óptimas. Se tiene que arar la tierra y asegurarse de que el suelo va a poder proporcionar los macronutrientes que los cereales necesitan para su desarrollo; por ello, la cantidad de abono dependerá del estado del terreno. En este trabajo con la tierra, te ayudará contar con un vehículo 4×4, de mayor o menor tamaño según tus necesidades, como el Viking EPS o el polivalente Kodiak 450, a los que puedas adaptar distintos accesorios y en los que puedas moverte con comodidad.
PLAGAS Y MALAS HIERBAS
Los cereales son plantas herbáceas, por lo que a menudo pueden mezclarse con especies invasoras que mermen su productividad. Además, sirven de hábitat para multitud de parásitos que pueden dañar las plantas.
Por eso, resulta fundamental poder prevenir o detectar rápidamente cualquier tipo de ataque de plagas o malas hierbas. Existe una amplia oferta de tratamientos que nos ayudarán en esta labor, también para el cultivo ecológico.
SIEMBRA DEL CEREAL
Después de preparar adecuadamente el suelo, llega el momento de sembrar. La siembra se realizará en meses distintos según el tipo de cereal, dependiendo de si necesita mucha humedad o no. Es importante elegir las semillas adecuadas para las condiciones de nuestro terreno.
Una vez tengamos las semillas o granos, se distribuyen en filas paralelas no muy separadas y a una profundidad que suele estar entre los 2 y 5 centímetros, dependiendo de si son suelos más húmedos o más secos y sueltos.
ALMACENAMIENTO
Una de las grandes ventajas de dedicarse al cultivo de cereales es que es un producto que se puede almacenar durante largos periodos de tiempo sin que pierda calidad. Y, además de fáciles de almacenar, también son fáciles de transportar. Con un poco de paciencia, al final resulta ser un cultivo con el que es muy agradecido trabajar.