Con un total de 941.086 hectáreas cultivadas en 2021, España es el primer viñedo del mundo, con una producción que se destina principalmente a hacer vino. El país es el primer exportador mundial en volumen (más de 2.300 millones de litros) y el tercero en valor; siendo responsable del 25% de la producción total de vino en Europa.
Sin duda, el cultivo de viñedos es una actividad con gran valor económico y cultural en España, pero, aunque viendo estas cifras pueda no parecerlo, la viticultura no se concentra únicamente en grandes explotaciones localizadas en unos pocos puntos concretos. Más bien al contrario, la realidad del viñedo español es variada y se encuentra en distintas partes de la geografía española, que reconoce hasta 70 Denominaciones de Origen del vino.
Según datos de 2021, en España hay un total de 550.429 explotaciones de cultivo de viñedo, de las cuales, el 69% tiene una superficie de menos de media hectárea, es decir, apenas representan un 6% del total cultivado. Más de la mitad de la superficie cultivada con viñedos (60%) pertenece a tan solo el 4% de las explotaciones.
Así pues, el cultivo de viñedo en España está muy dividido, siendo Galicia la comunidad con mayor grado de atomización, seguida de Canarias y Cantabria. En general, a nivel nacional, la superficie media de las explotaciones de viñas es de 1’72 ha. Para trabajar estos viñedos de pequeñas dimensiones, que se encuentran en todo tipo de terreno, con condiciones que pueden ser extremas o lugares poco accesibles, la maquinaria agrícola Yamaha resulta una herramienta perfecta.
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Principales características del cultivo de viñedos
Un viñedo o viña es una plantación de vides para obtener uvas de mesa o uvas que se destinan a la producción de vino. Existen distintas variedades de uva, pero no hay excesivas diferencias en el cultivo de los viñedos de unas y otras.
En España, más de la mitad de las variedades que se plantan son de tinto (52%); destaca la de Tempranillo (21% de los viñedos cultivados), a la que siguen en popularidad la Garnacha tinta, Bobal, Garnacha tintorera, Monastrell, Cabernet Sauvignon y Syrah, además de un 12% de la superficie destinada a otras variedades. La variedad de uva blanca más popular es la Airén, seguida de la Macabeo, Verdejo, Pardina y Cayetana Blanca.
Independientemente de la variedad, existen determinados elementos que afectan a todo tipo de viñedo. Para empezar, este cultivo es de secano; tanto es así, que en algunos lugares ni siquiera existen sistemas de riego. En cualquier caso, son varios los factores ambientales que influyen en el buen desarrollo de los cultivos.
En primer lugar, la producción de los cultivos de viñedos depende mucho del clima, no solo para que la uva pueda crecer, sino que también influye en el tipo de vino que esta produce. Por ejemplo, en el norte de Europa, el clima hace que los vinos sean más ácidos y con menor graduación alcohólica que en el sur.
El cultivo del viñedo necesita una temperatura templada, de entre 20° y 25°C; mucha luz, ya que favorece la actividad vegetal; y un tiempo más bien seco o con pocas lluvias moderadas que facilite la floración. El exceso de agua puede asfixiar las raíces de la vid o propiciar enfermedades, entre otros problemas; se considera que, a lo largo de su periodo de maduración, cada cepa necesita unos 700-1000 litros de agua.
Hay otros elementos ambientales que afectan al buen desarrollo de la vid, pero si hay un factor que tenga una influencia fundamental en el cultivo del viñedo es el geográfico.
Las características geográficas del viñedo son determinantes. Por ejemplo, la latitud; el grueso del sector vitícola se sitúa entre los 30 y los 50 grados de latitud, tanto en el hemisferio norte como en el sur, ya que es ahí donde suele darse un clima más templado.
Como señalábamos antes, el clima es un factor clave en el cultivo de viñedos; una misma variedad de uva puede tener características muy diferentes si los cambios en el clima han sido notables. Esas condiciones climáticas concretas que afectan al ciclo vegetativo de las vides es lo que se denomina “añada”. Según hayan sido estas condiciones, se considera que la añada ha sido buena o menos buena, si sirve para elaborar vinos de reserva o se queda en un vino joven; lo que sí que es poco habitual es hablar de añadas malas.
Mientras que elementos como la temperatura, la exposición a la luz solar o el agua pueden variar de año a año, hay un elemento que no cambia: el suelo. Los componentes geológicos de los terrenos donde se cultivan las viñas son de suma importancia para el desarrollo de la vid. En principio, se recomienda que sean suelos donde predomine la arcilla y la piedra caliza, aunque, dependiendo de la zona, también podría ser bueno que los cultivos de viñedos se den en suelos pobres en materia orgánica para que filtren el agua con facilidad.